lunes, 9 de julio de 2012

LAS PERSPECTIVAS DEL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL

Escrito Por: Adolfo Acevedo Vogl.

 Según las proyecciones demográficas oficiales del INIDE, las de CELADE de la CEPAL, y de la Division de Población de Naciones Unidas, en 2035, dentro de 23 años, el 13.5% de la población nicaaguense, casi un millon de personas, tendrá mas de 60 años, y el país estará entrando en la fase plena o avanzada de envejecimiento de la población.

Es importante anotar que este proceso de envejecimiento, que en los países europeos tuvo una duración de aproximadamente un siglo, en el caso de América Latina está teniendo una duración de solo unos 30 años, es decir se está produciendo a un ritmo tres veces más rápido.

Dentro de 23 años la población entonces ya no será predominantemente joven. Habrán muchos menos niños, en términos absolutos y relativos. La población en edad activa continuara aumentando hasta 2035, cuando alcanzara su punto culminante como porcentaje de la población total, y luego comenzara a declinar – porque el decrecimiento de la población infantil habrá cesado de alimentar sus tasas de crecimiento y porque las diferentes cohortes de esta población irán alcanzando por oleadas la edad de retiro -.
En 30 años mas, los que hoy tienen 20, tendrán ya 50, los que tienen 30, tendrán 60, y los que tienen 35 habran arribado ya a los 65. Los que hoy tienen 40 habrán alcanzado los 70.

Al mismo tiempo, si no se hace un esfuerzo monumental AHORA para cambiar las tendencias descritas, la mayor parte de las personas en edad de trabajar lo seguirá haciendo en empleos precarios e informales.

El cuadro será diametralmente opuesto al que prevalece ahora. Existirá un porcentaje cada vez mas alto y rápidamente creciente de adultos mayores, los cuales deberán ser atendidos en sus necesidades de sobrevivencia y cuidado de salud,
y un porcentaje decreciente de la población en edad de trabajar.

Dada la bajísima cobertura del seguro social, esto supone que aquellos que todavía estén en edad de trabajar y se hayan incorporado a la población económicamente activa, cuyo numero habra comenzado a reducirse, tendrán que apoyar, directa o indirectamente, la sobrevivencia y la atención en salud de una creciente población mayor de 60 años.


Al mismo tiempo, como resultado del hecho de que el número de adultos mayores crecerá más rápido que la Población Económicamente Activa, habrá cada vez menos personas económicamente activas para sostener a cada adulto mayor, lo cual se vera agravado por el tipo de empleos que seguramente  continuara predominando..

En efecto, la población económicamente activa, la cual habrá comenzado a declinar como en relación al número de personas en edades no activas, en ausencia de modificaciones en el actual patrón de crecimiento económico, con toda probabilidad va a continuar laborando, en un elevado porcentaje, en empleos precarios e informales, de bajísima productividad.

Esto significa que una gran parte de la fuerza de trabajo va a continuar trabajando en empleos que les proveerán ingresos laborales extremadamente exiguos, los que deberán utilizarse para sustentar a un número en ascenso de adultos mayores, además de a los económicamente inactivos y a los desempleados, de manera que la tasa de pobreza podría volver a aumentar.

En este caso, el “bono demográfico” se habrá agotado, es decir ya el porcentaje de personas en edad activa no seguirá creciendo en comparación a las personas dependientes, sino que el proceso comenzará a funcionar de manera contraria: el número de dependientes (principalmente los adultos mayores) crecerán cada vez más respecto del número de personas en edad activa.

Esto provocaría una disminución progresiva de los ingresos laborales por persona dependiente, o lo que es lo mismo una disminución del ingreso per cápita de los hogares, debido al aumento de la relación de dependencia, y el período de “bono demográfico” daría paso a un período de acentuada “desventaja demográfica”.

Dado que la población infantil será un porcentaje cada vez más más reducido de la población total, ya no existirá la masa crítica de niños y adolescentes en los cuales invertir para poder modificar estas tendencias a futuro.

El momento de invertir en los niños y adolescentes, modificar el actual modelo de crecimiento y cambiar las perspectivas del futuro es ahora; después podría ser demasiado tarde.

Si no se aprovecha la oportunidad potencial representada por el bono demográfico, al arribar el momento en que inicie con toda su fuerza el proceso de envejecimiento de la población, ya no habrá retroceso. Nicaragua tiene, por lo tanto, una ventana de oportunidad de entre tres o cuatro décadas, cuando mucho, para poder llevar a cabo las inversiones y las transformaciones que se requieran para aprovechar al máximo posible el bono demográfico.

El desafío que se enfrenta no se da en un vacío. Es preciso buscar respuestas que concilien tres grandes transformaciones de las que la política pública debe hacerse cargo: aquellas que responden a inercias demográficas, como el envejecimiento de la población y la baja de la natalidad; aquellas que dependen del desempeño de los agentes económicos y de políticas de coordinación y habilitación, como la promoción de cambios en el estilo de crecimiento y las mejoras en la productividad, y aquellas de economía política que se refieren al papel y tamaño del Estado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario